
Esta semana he vuelto a leer el libro de Adam Grant “Dar y recibir”. Este libro explica un enfoque revolucionario para conseguir el éxito.
Él habla de que la gente de éxito tiene tres cosas en común: motivación, capacidad y oportunidad. También reflexiona en el libro que, si queremos alcanzar el éxito, necesitaremos además trabajo, talento y suerte y además hay un cuarto ingrediente, un ingrediente crítico pero que a menudo pasa desapercibido: el éxito depende en gran parte de cómo interactuamos con los demás.
Cada vez que interactuamos con alguien, debemos elegir entre intentar conseguir el máximo valor posible para nosotros o contribuir a que el otro consiga valor sin preocuparnos por lo que recibimos. Es decir, elegir entre ser «receptores» o ser «donantes».
Este libro hizo que descubriera la clave del éxito de quienes se vuelcan en los demás y cambio para siempre mi percepción sobre el triunfo y el fracaso. Quiero darte un gran consejo que este libro me enseño – poner en práctica las ideas de este libro no te funcionará si sólo te mueve la ambición por conseguir el éxito-.
Como siempre, para mí un libro es un manual de instrucciones, del que cada persona que lo lee saca de él diferentes conclusiones. Me gustaría compartir contigo hoy algunas anotaciones que he extraído del mismo.
- En el capítulo 4 de este libro titulado “Encontrar el diamante en bruto”. Aquí habla de reconocer el potencial de las personas sin olvidarnos de reconocer el potencial que tenemos nosotros mismos. Algo que yo aplico siempre, valorar a las personas por su talento. El autor cita una frase que me gustaría compartirte.
“Cuando tratamos al hombre como lo que es, lo hacemos peor de que es; cuando lo tratamos como si ya fuera lo que potencialmente puede ser, lo hacemos como debería ser.”
- En el capítulo “La fuerza de la comunicación sin fuerza” como ser discreto e influir en los demás.
“Habla con suavidad, pero con un garrote en la mano”.
En este capítulo, en resumen, habla de proyectar confianza para influir en los demás, sin olvidarnos en que estilo estamos, si somos receptores o donantes.
- Y, por último, el capítulo 8 “El cambio del tacaño” con una frase brutal. Por qué un equipo de futbol, una huella dactilar y un nombre pueden inclinarnos en el otro sentido.
Aquí Adam Smith, padre de la economía se deja ver con la siguiente lectura
“Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, existen evidentemente algunos principios en su naturaleza que lo llevan a interesarse en la suerte de los otros, de tal modo que su felicidad se le hace necesaria, aunque de ella nada obtenga excepto el placer de presenciarla.”
Este libro señala hitos concretos y aporta análisis y propone soluciones alternativas. En definitiva, una lectura esencial que explica que las cosas han cambiado para no ser ya nunca más como antes.
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